viernes, 16 de octubre de 2009

agua y escuela




Quizá la poesía muera de aburrimiento,
de promesas incumplidas y misterios irrevocables,
de angustias, despropósito, simplemente miedo
a los niños, a los negros, a los ángeles del cielo.

Quizá mi angustia se frene abatida,
por las lágrimas de cristal rodeadas
de pardos negros volantes,
que intimidan mis miradas.

Quizá el mundo se inunde de rabia,
por las sonrisas benditas que compadecen
las penas y las angustias
que producen sus visiones.

Quizá el día esté cerca
en que un trazo nos dibuje
las verdades de los mundos
las sonrisas de los niños.

Quizá fluya el agua desde la sabia tierra
hidratando aquellas grietas
que recuerdo en mis desvelos
y añoro en mis diarios.

Quizá con mil escuelas
con sus fuentes de riqueza
con maestros e ilusiones
siempre sean, siempre infantes.

Quizá algún día la cobardía
del que mancha con sus trazos
sea fuerte, sea cierta
para evitar que la vida,
que se pierde entre mis manos
y mis ojos lloran simpre
se repita incesante
suplicando a mi la muerte.

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