viernes, 31 de julio de 2015

el sueño de Maximina

El amanecer ilumina tu rostro, Maximina,
tus ojos se encienden con el sol
cuando las nubes que todo lo envuelven
dejan asomar los rayos, la vida.

Las rendijas que cubren tu cuerpo,
dejan pasar el agua que moja tus tripas,
que corre por tus brazos y piernas
que llega desde el cielo y escapa por tus grietas.

Tu color negro, Maximina, a veces da miedo,
y el intenso olor a humo que desprendes,
y toda la historia que llevas dentro
y a veces sale en forma de leyendas.

Pequeña y grande, sostenida, impasible al tiempo
permaneces, desde ha más de cien años
y tu silueta permanece erguida, en la cuesta
reinando desde la humildad, desde el cuerpo.

Cuantas penas y alegrías has vivido,
muertes y nacimientos, hambre y risas,
amor, llanto, sueños, amistad y familia,
abierta al mundo, llena de gente grande.

Hoy te construyo de nuevo,
para que sigas cumpliendo un sueño,
el mío,
para que sigas erguida en la cuesta,
siendo la reina del paisaje
con tus ojos mirando al este, viendo el amanecer
con toda tu historia de buena gente
para que al menos otra generación conozca tu esencia
y que perdure el olor a historia que en ella encuentro siempre.

Gracias Maximina, por permanecer,
porque las luces de mi vida
puedan conocerte y disfrutarte
por ser humilde y fuerte,
permanente, impasible
hermosa y llena de sueños.